Amanda García Rodríguez · Psicóloga

Terapia
EMDR
EMDR es un abordaje terapéutico que facilita el procesamiento de experiencias que no pudieron elaborarse en su momento y siguen afectando en el presente.
Permite desbloquear emociones, sensaciones o recuerdos que quedaron ligados a situaciones dolorosas, para darles un lugar diferente desde la seguridad del aquí y ahora.
EMDR es un abordaje terapéutico que permite procesar recuerdos almacenados de forma disfuncional: experiencias pasadas que quedaron registradas con una alta carga emocional, y que siguen influyendo en cómo pensamos, sentimos o reaccionamos en el presente.
Estas memorias no procesadas pueden generar síntomas como ansiedad, culpa, bloqueos, hipervigilancia, baja autoestima o respuestas desproporcionadas ante ciertas situaciones.
El trabajo con EMDR abarca tres momentos:
El pasado, para ayudar al sistema a integrar esas experiencias no elaboradas.
El presente, para reducir el malestar emocional actual.
Y el futuro, para fortalecer recursos internos y prepararte para afrontar nuevas situaciones de forma más segura y flexible.
EMDR activa la capacidad natural del cerebro para reorganizar la información y favorecer una respuesta más adaptativa, permitiendo que esas vivencias encuentren un lugar en la historia sin seguir condicionando tu día a día.
¿Qué es EMDR?
¿Cómo funciona?
Cuando vivimos algo que nos sobrepasa emocionalmente, nuestro sistema nervioso puede no ser capaz de procesarlo de forma adecuada. Esa experiencia queda registrada con mucha carga emocional, y se guarda como si siguiera ocurriendo, generando malestar en el presente.
EMDR facilita que esos recuerdos no procesados se reorganicen de manera más adaptativa, accediendo a la información almacenada en redes emocionales y sensoriales que el lenguaje no siempre alcanza.
Durante las sesiones, se utiliza estimulación bilateral —como movimientos oculares, sonidos alternos o pequeños toques— para activar el procesamiento natural del cerebro. Esta estimulación ayuda a desbloquear el sistema y permite que la información se integre con mayor seguridad y coherencia.
El proceso no es invasivo, no se fuerza nada, y se adapta en todo momento al ritmo y a las necesidades de cada persona.
Una sesión de EMDR no consiste en revivir el trauma ni en forzarte a contar lo que te duele. Todo el proceso se adapta a tu ritmo y parte de un trabajo previo de preparación y regulación emocional.
En primer lugar, exploramos qué situaciones, recuerdos, emociones o síntomas están generando malestar en tu presente. A partir de ahí, identificamos las experiencias que pueden estar en el origen de esas sensaciones, incluso aunque no las tengas claramente en la memoria.
Cuando se inicia el reprocesamiento, trabajamos con una imagen, un pensamiento, una emoción o una sensación corporal relacionada con esa vivencia, acompañándola con estimulación bilateral (movimientos oculares, sonidos alternos o tapping). Esta estimulación facilita que tu cerebro procese la información que quedó bloqueada y pueda reorganizarla de forma más segura y adaptativa.
A lo largo de la sesión pueden surgir nuevas sensaciones, imágenes, recuerdos o emociones, que se exploran con cuidado y sin forzar nada. Es un proceso profundamente respetuoso con tu sistema nervioso y tu historia, que busca integrar lo vivido para que deje de tener el mismo peso en tu presente.
¿Qué pasa en una sesión EMDR?
¿Es EMDR para mí?
EMDR no es solo para quienes han vivido situaciones traumáticas evidentes. Es para cualquiera que haya atravesado momentos que le dejaron una huella emocional —aunque en su momento no parecieran importantes— y que hoy, de alguna manera, siguen presentes.
Porque todos, en algún momento de la vida, hemos sentido miedo, soledad, rechazo, incertidumbre o confusión. Y todos hemos aprendido a protegernos como pudimos.
EMDR puede ayudarte si hay algo que te cuesta soltar, una reacción que se repite y no entiendes, una emoción que aparece con más intensidad de la que esperas, o una parte de ti que se quedó congelada en una época concreta de tu vida.
No se trata de revivir el pasado, sino de liberar lo que quedó atrapado, para que puedas vivir el presente con más calma, más claridad y más en conexión contigo misma.
Para mí, EMDR no es solo una terapia, sino una forma de mirar y acompañar lo que ocurre dentro. Lo utilizo dentro de un enfoque integrador, donde hay espacio para la historia de apego, las emociones, el cuerpo y la forma en que nos protegimos para sobrevivir a lo que dolía.
Preparo cada proceso con cuidado, asegurándome de que haya suficientes recursos antes de abrir aquello que necesita ser mirado. El ritmo lo marca tu sistema, no la terapia. Trabajo con lo que aparece, desde la escucha y la regulación, combinando EMDR con recursos de regulación, visualización, metáforas, o narrativa, según lo que cada persona necesite en su momento.
Mi objetivo no es solo aliviar el síntoma, sino que puedas habitar tu historia con más claridad, más compasión y más libertad interior.
Mi manera de trabajar con EMDR

Un corazón presente es el mejor refugio
¿Qué es el Círculo de Seguridad Parental?
El Círculo de Seguridad Parental es un programa internacional basado en la teoría del apego, desarrollado por el equipo de Circle of Security International™ y facilitado en todo el mundo por profesionales acreditados.
Su objetivo es ofrecer a madres, padres y cuidadores herramientas sencillas y profundas para comprender mejor las necesidades emocionales de sus hijos e hijas y responder a ellas de forma más segura y conectada.
Este enfoque parte de una premisa esencial: los niños y niñas se desarrollan mejor cuando se sienten seguros emocionalmente. Y esa seguridad no nace de hacerlo todo perfecto, sino de estar disponibles, presentes y abiertos a la relación. Solo hay que aprender a ver lo oculto a simple vista, eso que se esconde detrás de sus enfados, rabietas, silencios o conductas difíciles. Cuando comprendemos ese lenguaje emocional, podemos acompañar desde la calma, la conexión y la presencia.
Un poco de ciencia: ¿qué es el apego?
El apego es el vínculo emocional profundo que se forma entre una niña o un niño y sus figuras de cuidado. La teoría del apego, desarrollada por John Bowlby y ampliada por Mary Ainsworth, ha demostrado que la forma en que los adultos respondemos a las necesidades emocionales de los niños y niñas influye directamente en su desarrollo emocional, social y cerebral.
Los niños con un apego seguro tienden a ser más empáticos, confiados, autónomos y capaces de gestionar el estrés. Y lo más esperanzador es que el apego no es algo rígido o genético: puede fortalecerse y repararse a lo largo del tiempo si los adultos reciben el acompañamiento adecuado.
Este programa no se basa en fórmulas mágicas ni recetas de crianza. Se trata, más bien, de entender lo que hay detrás de lo que parece evidente: las necesidades emocionales de nuestros hijos e hijas y las dificultades que, a veces, nos impiden verlas con claridad. El Círculo nos invita a reflexionar sobre nuestra propia historia, a comprender nuestras reacciones automáticas y a cultivar una forma de estar con nuestros hijos más conectada, disponible y segura.
Como facilitadora oficial del programa, imparto este taller en formato grupal o individual, presencial u online, adaptándolo a las necesidades de cada familia.
Más allá de la conducta: vínculo, presencia y reparación
El Círculo de Seguridad Parental no busca cambiar la conducta de los niños, sino comprender lo que la provoca. Acompañarte en ese proceso es el primer paso para criar desde un lugar más consciente, seguro y conectado.
¿Para quién es?
Está dirigido a madres, padres y cuidadores que desean fortalecer el vínculo con sus hijos e hijas y criar desde un lugar más consciente y seguro.
Es especialmente útil si:
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Te sientes insegura o perdida en tu rol como madre o padre.
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Te abruman las rabietas, los conflictos o los silencios de tu hijo.
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Te descubres repitiendo patrones que no deseas.
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Deseas comprender mejor lo que tus hijos necesitan más allá de su conducta.
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Buscas una crianza más respetuosa, sin culpa ni perfeccionismo.
También puede ser un recurso valioso para familias adoptivas, acogedoras, y para cualquier adulto que quiera revisar su estilo de crianza a la luz del vínculo emocional.
¿Qué se trabaja?
A lo largo del programa, exploramos con calma y profundidad las necesidades emocionales ocultas tras la conducta de los niños y niñas, y cómo nuestro propio mundo interno como adultos influye en nuestra forma de acompañar.
Algunos de los temas clave que abordamos son:
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El papel del adulto como base segura desde la que el niño puede explorar.
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El adulto como refugio seguro al que el niño necesita poder regresar.
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La importancia de reconocer y regular nuestras propias emociones.
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Las dificultades que surgen cuando nuestras hijas e hijos activan heridas o patrones propios.
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Cómo reparar la relación cuando nos desconectamos o nos desbordamos.
Todo ello se trabaja desde la mirada, el respeto y el permiso para no hacerlo perfecto.
¿Qué beneficios tiene?
A lo largo del programa, muchas familias descubren que pequeños gestos conscientes generan grandes cambios en la relación. No se trata de aplicar estrategias de conducta, sino de transformar la forma en que te relacionas contigo misma y con tu hijos.
Algunos de los beneficios más frecuentes son:
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Mayor comprensión del comportamiento infantil.
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Reducción de la culpa y el juicio hacia ti como madre o padre.
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Mejora de la regulación emocional en la relación.
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Vínculos más sólidos y auténticos.
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Mayor seguridad interna como figura de cuidado.
El programa también ofrece un espacio para sentirse acompañado, comprendido y validado, algo que muchas veces escasea en la crianza.
¿Cómo se imparte?
Imparto este programa en formato grupal reducido, lo permite mantener un equilibrio muy valioso: la calidez del trabajo en grupo, donde podemos aprender unos de otros, compartir experiencias y sentirnos acompañados, junto con la posibilidad real de expresarse, ya que no somos demasiados.
Se crea así un espacio cuidado, íntimo y respetuoso, donde cada persona puede hablar si lo desea, pero sin presión, y siempre desde la seguridad emocional y el ritmo de cada uno.
El formato puede ser presencial y online, según la configuración del grupo y las necesidades del momento.
El programa consta de 8 sesiones, con una duración de entre 1 hora y media y 2 horas cada una, y se desarrollan con una frecuencia quincenal, para facilitar la integración de los contenidos, la reflexión y la aplicación práctica en el día a día.
A lo largo de los encuentros combinamos el visionado de los vídeos originales del programa con momentos de reflexión guiada, preguntas clave y acompañamiento cercano.
¿Te gustaría participar?
Si este programa resuena contigo y sientes que podría ayudarte en tu camino como madre, padre o cuidado, puedes escribirme sin compromiso para recibir más información sobre próximas fechas, plazas disponibles y modalidad.
Estaré encantada de resolver tus dudas y acompañarte en este proceso.